Invertir en inmuebles ofrece ventajas fiscales como deducciones por intereses hipotecarios, amortizaciones, gastos de mantenimiento y beneficios en alquileres. También permite diferir impuestos sobre ganancias y aprovechar incentivos locales. Estas estrategias mejoran la rentabilidad y reducen la carga fiscal, convirtiendo al sector inmobiliario en una opción atractiva para inversores.

